.dropcap { color: #838078; float: left; font-size: 82px; line-height: 60px; padding: 5px 8px 0 0; } Cuando el biólogo de vida silvestre Carl Brown salió de su camioneta a 11,000 pies un día de julio, en las alturas de las montañas Beartooth de las Montañas Rocosas al noroeste de Wyoming, me costó reconocerlo. Se colocó un casco y llevó una piqueta atada a su mochila. Crampones, levas, llaves hexagonales, carabineros, sogas atadas en nudos Prusik, eslingas y otro equipamiento de alpinismo colgaban de su torso estrecho. Mientras caminaba hacia mí, traqueteaba. Me costó encontrar sus binoculares. Un compañero de trabajo me presentó a Brown, un hombre alto y bronceado, como a “130 libras de acero trenzado y sex appeal”. Doy fe de su fortaleza y perseverancia. Caminamos hasta un mar de rocas cortantes tamaño piano sobre una caída enorme. Brown, que tenía 31 en ese momento, dirigió el camino a través de estas, flotando de extremo a extremo cargado de...