El sol se está poniendo cuando llegamos a la vereda de Lobitos, al centro-sur de Colombia. Estamos exhaustos. Tardamos siete horas en recorrer casi 100 millas (160 kilómetros) por una carretera destapada para llegar a este remoto lugar del departamento de Caquetá. El viaje, ya de por sí precario, ha sido aún más difícil pues nuestra camioneta de doble tracción tiene una falla que ha dejado desconcertados a siete mecánicos en todo el país desde enero. Confiamos en que la camioneta— llamada Fuertesi en honor al ave endémica en peligro crítico de extinción Hapalopsitaca fuerte— nos lleve por toda Colombia para registrar el mayor número posible de aves en 2021. Somos, hasta donde sabemos, las primeras personas en emprender un Big Year en Colombia, y esperamos que mañana podamos agregar una impresionante especie a nuestra lista creciente: una familia de Águilas Arpías, las más grandes y poderosas del mundo.
Dentro del vehículo viajan con nosotros tres ornitólogos de la Asociación Ornitológica del Caquetá. Eyiber “Yiyo” Oyola, Jorge Muñoz y Josue Collazos, se nos unieron por un par de días de viaje, y nos han presentado a gente de la región.
A través de ellos conocemos a Fabian Suaza, un joven guía de avistamiento de aves, quien nos hospeda por esta noche. Suaza nos recibe en su hogar con agua de panela fría con limón, una bebida tradicional a base de caña de azúcar. Nuestra presencia atrae a diez campesinos curiosos. Mientras viajamos por Colombia, el país con la mayor biodiversidad de aves de la Tierra, también nos proponemos concienciar sobre la conservación de las aves, por lo que nos entusiasma hablar con ellos. Les contamos sobre las Águilas Arpías, y sobre los motivos para conservar los bosques aledaños en donde una familia de ellas encontró un hogar.
Al día siguiente, nos despertamos al amanecer con una meta clara: conocer a “Chaira”, la cría de una pareja de Águilas Arpías que construyeron su nido en un pequeño reducto de bosque a 200 metros de la casa de Suaza. El día anterior, Suaza nos contó que cuando un observador de aves avistó las águilas en 2019 –y se fue asombrado por el avistamiento– se dio cuenta de que tenía un tesoro en su patio. Él y su comunidad decidieron darle una oportunidad al aviturismo. Entrenado por la Asociación Ornitológica del Caquetá (AOC), Suaza se convirtió en un guía de aves, y en el guardián de las Águilas Arpías cerca a su patio trasero. Algunas personas de su comunidad siguieron sus pasos, apoyados por la AOC. Ahora, a pesar de las presiones externas –el dueño del bosque quiere talar el árbol donde anidan las águilas para venderlo como madera–, están comprometidos a conservar el hábitat de las águilas y docenas de otras aves que viven en el bosque, como los Reyes gallinazos, Bucos Misiús y Saltarines Coroniazules.
Mientras amanecía, escuchamos la voz emocionada de Suaza: “¡Miren! allí está perchada, esa es Chaira”. Allí está, sentada en lo alto del árbol, majestuosa, imponente y bella. Niky rompe en llanto. Cuando sale de su asombro, los disparos de su cámara se unieron a los del resto, hasta que todos nos detenemos y simplemente miramos por unos largos minutos de silencio y contemplación. Luego Chaira llama a sus padres, rompiendo el hechizo.
Desde el primero de enero, cuando partimos del puerto de Arrancaplumas, en el municipio de Honda, en el centro de Colombia, hemos escuchado cientos de historias como la de Suaza, personas cuyas vidas han sido transformadas por las aves, algunos entrenados como guías por los expertos de Ϲ. Hemos hablado con ex-cazadores que hoy son guías de aviturismo. Con taladores de bosques que hoy construyen torres para avistamiento de aves. Con ganaderos que dejaron crecer el bosque en sus potreros para que las aves encuentren un hogar. Con cultivadores de café que han dejado árboles en sus cultivos y producen café amigable con las aves. Con ex raspachines de coca (recogedores de coca) que hoy cuidan bosques y desarrollan proyectos de ecoturismo.
Nuestro sueño de hacer un Big Year comenzó en 2016, cuando creamos Birds Colombia, una plataforma de contenido en el que compartimos fotografía de las aves de Colombia, y desde donde hemos promovido campañas de redes sociales como #AVueloDePájaro, o #BirdersTogether, a través del cual recolectamos cerca de US$50.000 para 150 personas del sector del aviturismo en Colombia que se vieron afectadas por la pandemia. Además, creamos el concurso Guardianes de las Aves, en el que invitamos a niños y niñas a enviarnos dibujos y videos explicando por qué quieren convertirse en guardianes de las aves. Hasta ahora, cerca de 500 niños colombianos han participado en el concurso, y cada año, diez de ellos han sido ganadores de los kit para pajareo, que incluye binoculares, una guía de campo, y más, y que se otorgan a los mejores dibujos. El año pasado, cuando la pandemia nos hizo replantear nuestras prioridades, decidimos desempolvar el viejo sueño de irnos a recorrer Colombia buscando guardianes de las aves.
Durante nuestro Big Year, queremos usar nuestra experiencia como publicistas y fotógrafos para dar a conocer el esplendor de las aves de nuestro país, las amenazas a las que se enfrentan y los guías de aves y otras personas que trabajan en los territorios para conservarlas. Esperamos pasar 10 días en cada uno de los 32 departamentos de Colombia. Hasta ahora hemos recorrido 7.500 millas (12.000 kilómetros) a través de 14 departamentos, movidos por unas 1.000 tazas de café —y contando— que nos han ayudado a caminar más de 600 millas (965 km) para llegar a los recónditos lugares donde hemos visto a la mayoría de aves recopiladas en 376 listas de eBird. De las 1.958 especies de aves que se encuentran en Colombia, hemos registrado 1.158 hasta la fecha.
A pesar de las fallas mecánicas de Fuertesi, estamos preparados para continuar con los 18 departamentos que nos hacen falta, hasta llegar a La Guajira, la punta más al norte de Colombia y Suramérica, el 31 de diciembre. Aunque este viaje comenzó con la intención de encontrar y registrar con nuestros lentes el mayor número posible de especies de aves, muchos de nuestros encuentros más significativos han sido con personas como Suaza, las que trabajan en cada rincón de nuestro país por la conservación. Y ahora, a medio camino de la meta, no podemos esperar a conocer a más personas increíbles y ver las aves a través de sus ojos.
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