Chile, ese largo y angosto rincón de las Américas, es el destino al que cada año cientos de miles de los más extraordinarios viajeros del continente esperan llegar luego de recorrer unos 10.000 kilómetros que los dejan en algunos de los mejores parajes del hemisferio. Eso es precisamente lo que hace el Zarapito de pico recto en su vuelo desde Canadá hasta el Archipiélago de Chiloé, donde Ϲ ha trabajado en los últimos 20 años para asegurar que este turista tan especial encuentre opciones propias de hotel 5 estrellas en sus sitios de invernada y alimentación.
Poco a poco, Chile se está convirtiendo en un destino que no sólo es el preferido por estas aves, sino también por los turistas nacionales que “migran” entre distintas regiones, a los que se suman viajeros internacionales que anualmente llegan al país y priorizan entre sus actividades la observación de aves.
Con un poco más de 500 especies, Chile ofrece algunas aves realmente llamativas, como el carismático siete colores que a veces puede suponer todo un reto de fotografiar con sus movimientos rápidos y nerviosos entre los juncos que desafían la vista del turista. También hay una amplia oferta de tonos café y grises, opciones en blanco y negro, y un conjunto de tonalidades que confunden hasta al más avezado birder a la hora de tratar de encontrar a estas aves tan bien camufladas en su entorno.
Pero tanto colorido no es todo lo que hay en oferta. Según el análisis de mercado del aviturismo que la consultora chilena Fernweh completó en 2022 para Ϲ Américas, entre las fortalezas de Chile frente a sus vecinos se encuentra la gran diversidad de paisajes y ecosistemas, desde desiertos, bosques mediterráneos, templados y subantárticos, hasta la Antártica. Además, nuestro país se posiciona en el top cinco a nivel mundial para las observaciones pelágicas – imagina poder observar las más increíbles aves marinas como los albatros y petreles – y del total de especies de aves, Chile cuenta con 12 especies endémicas del país y 40 que lo son de la Patagonia.
El mismo estudio revela que esta es una industria que anualmente le genera $62,6 millones de dólares a Chile. Aunque, si incluimos el turismo masivo, la estimación asciende a $120,8 millones de dólares, lo que representa el 1,3% del mercado turístico total, y 2,4% del receptivo.
Turistas de varias plumas
Pero, ¿quiénes componen este mercado? Si hablamos de los segmentos de avituristas propios de Chile, podemos mencionar cuatro grandes grupos. En primer lugar, el denominado hardcore birder o twitcher, que representa al segmento más especializado y que puede llegar a pasar extensas jornadas en busca de determinadas aves con el objetivo de aumentar su lista personal de avistamientos. Es un turista que proviene principalmente de Estados Unidos y el Reino Unido.
Luego encontramos a los avistadores entusiastas y fotógrafos, grupo que está creciendo rápidamente tanto en el contexto nacional como internacional. Si bien la principal razón de su viaje son las aves, optan por incluir otras actividades del avistamiento, como la observación de otras especies de flora y fauna. Dentro de ese mismo segmento, el entusiasta y el fotógrafo suelen diferenciarse en cuanto a ritmo y objetivo: mientras el primero prefiere recorrer mayores distancias, el segundo hace su recorrido de una manera más pausada para tomarse más tiempo en cada avistamiento.
El tercer lugar lo ocupan los avistadores casuales y ecoturistas, un segmento en expansión, cuyo objetivo principal no es el avistamiento de aves, sino que es más bien un complemento. Disfruta de la naturaleza y actividades como el trekking, y se interesa por la historia natural y cultural de los sitios que visita.
Por último, el segmento menos especializado, el del turista de masas, que se centra en visitar los destinos más populares, mezclando naturaleza, gastronomía y entretenimiento, y reconoce sentir atracción especial por las aves carismáticas.
La gran relevancia de este estudio es que nos orientará para definir las mejores estrategias para promover el aviturismo en Chile a partir de una aproximación a la vez conservadora y realista sobre el nivel de gasto y preferencias de estos cuatro segmentos de turistas. Claramente, queremos centrarnos en los entusiastas y casuales, ambos segmentos con una tendencia al alza y cuyas características pueden contribuir de forma significativa al desarrollo económico de las localidades que visitan.
El aviturismo, buena guía
Con base en las conclusiones de este estudio, Ϲ Américas busca promover en Chile el aviturismo como medio de vida sostenible compatible con la conservación y, a la vez, como una actividad que contribuye al desarrollo económico de las comunidades y el país. El aviturismo ha demostrado tener la capacidad de movilizar positivamente a la gente, y de convocar apoyos para la protección de las aves, los lugares que necesitan y las personas, además de promover y abrir espacios a iniciativas de conservación y de ciencia ciudadana, vinculando a las personas con la generación de conocimiento científico. Eso ya lo hemos visto en países de Latino América y el Caribe, entre ellos Bahamas, Belice y Colombia, donde en este último se han formado 400 guías de aviturismo usando el currículum de Ϲ.
Por este motivo, en los próximos meses formaremos 30 guías de aves y apoyaremos a 20 emprendimientos locales asociados a la industria del turismo para que incorporen el aviturismo en su modelo de negocios. Tres regiones que forman parte del hotspot de biodiversidad de la zona centro sur del país -Valparaíso, Biobío y La Araucanía- serán el foco de nuestro trabajo.
Además, nos asociamos al Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC – Cape Horn International Center) para escalar este programa en una malla curricular de la educación superior en el país, en la Región de Magallanes, y fortalecer nuestros esfuerzos en la Región de La Araucanía. Por eso, en 2022 parte del equipo de Ϲ Américas Chile fue a Puerto Williams, la ciudad más austral del mundo, para conocer las instalaciones en dónde se impartirán las capacitaciones y que espera ser un centro de vinculación con la comunidad.
Chile es un país de gran diversidad geográfica y natural, desde el Desierto de Atacama -el más árido del mundo-, hasta la Patagonia y el Cabo de Hornos, y está listo para recibir “con las alas abiertas” a los pajareros del mundo, al igual que a los cientos de miles de aves migratorias que cada año pasan una temporada en este exquisito rincón del planeta.